Se apagó la llama y habrá que esperar cuatro años, hasta Río 2016, para que vuelva a encenderse. Esa enorme flor
que habían formado los 205 pétalos de todas las delegaciones
participantes de estos Juegos Olímpicos, se desvaneció lentamente
mientras todo un Estadio Olímpico miraba con ojos asombrados el
momento, como cuando se encendió hace más de dos semanas. La ceremonia de clausura fue inolvidable e irrepetible. Luego de sorprender con el original pebetero, los organizadores apostaron a una fiesta que mostró lo mejor de la música británica.
Desde el comienzo, el escenario impactó. Una maqueta de una Londres
bella y caracterizada con sus monumentos más emblemáticos como el
London Eye, el Tower Bridge y el Big Ben, que fue el encargado de dar
el arranque con sus campanadas, a las 21 en punto (las 17 de
Argentina).
Después
de la apertura a cargo de la cantante Emeli Sandé, y de un respetuoso
silencio, la ciudad despertó al ritmo de su recargado tráfico y sus
miles de personas recorriéndola. Todo le abrió paso al himno (God save
the Queen), con el príncipe Harry como figura pública de la realeza
británica en el palco, y -luego- al show musical del que tuvo como
encargados a Madness (con su tema “Our House”), los Pet Shop Boys, la
banda juvenil One direction, Ray Davies y la espectacular performance
de Stomp, un grupo de percusionistas del estilo de El Choque Urbano.
Luego
de poco más de media hora, el escenario de la ciudad se desmanteló y
fue el turno, entonces, del ingreso de quienes fueron los protagonitas a
lo largo de estos días: los atletas. Primero ingresaron los
abanderados, entre ellos Sebastián Crismanich, el encargador de portar la bandera argentina.
Caminaron por uno de los correderos del escenario que formaban la
bandera británica, mientras el resto de los deportistas avanzaban por
entre las tribunas. Luego de un largo recorrido para tomar sus
posiciones, se hizo la premiación del podio de la emblemática prueba de
maratón. Ahora sí, era el momento de seguir con el show.
Y
nada mejor que hacerlo con artistas que fueron, son y serán furor en
Gran Bretaña y en el mundo. Bohemian Rhapsody, de Queen, sonaba con un
juego de luces en las tribunas, cuando comenzó Imagine,
cantado -primero- por un coro góspel y acoplado, instantes después, a
la voz de John Lennon, el autor de uno de los temas más escuchados en
el mundo. Su imagen de un viejo video apareció en las pantallas
gigantes del estadio y levantó los aplausos. Además, la letra del tema
pasaba en todos los idiomas por las pantallas gigantes y, como frutilla
del postre, paneles formaban la cara del fallecido músico en el centro
del escenario.
Luego
fue el turno de George Michael con su canción "Freedom", y su
aparición desde abajo del escenario, y el momento especial para David
Bowie, con pequeños fragmentos de sus temas más exitosos, que se unieron
con la moda en un desfile por la calle central del escenario de, entre
otras manequens, las reconocidas Kate Moss y Naomi Campbell. La música
siguió con Annie Lennox -en un ingreso espectacular desde una especie
de barco fantasma- y, luego, con el tema “Wish you where here”, cantado
por Ed Sheeran, quien compartió el escenario con artistas de lujo: Nick
Mason (baterista de Pink Floyd), Richard Jones (The Feeling) y Mike
Rutherford (uno de los miembros fundadores de Genesis). Mientras ellos tocaban, un hombre hacía equilibrio en una fina cuerda que colgaba por arriba del estadio.
Entonces,
la música de los 70's con “I am the Walrus”, de The Beatles, comenzó a
sonar y contó con la participación del comediante británico Russell
Brand desde un micro psicodélico. Por detrás, se comenzó a inflar un
pulpo gigante y con él hizo entrada al escenario el DJ Fatboy Slim.
Desde tres autos de lujo distintos se sucedían también los cantantes
contemporáneos Jessie J, Tinie Tempah y Taio Cruz. Luego, todos se
unieron para cantar “You should be dancing” de los Bee Gees, en el
centro del escenario.
Cuando ya había pasado la mitad de la fiesta, llegó uno de los grandes momentos de la noche: las Spice Girls,
grupo inglés que brilló a finales de los 90 y luego se separó,
hicieron su aparición en taxis negros que cambiaban sus colores por el
jugo d luces. Cantaron dos de sus grandes éxitos (Wannabe y Spice Up
Your Life), que enloquecieron a todo el estadio. Como si eso fuera
poco, desde el escenario lateral, apareció Liam Gallagher para cantar “Wonderwall”.
Después
de un paso de comedia del actor Eric Idle, quien simuló ser un hombre
bala que iba a tirarse de un cañón, llegó otro momento emotivo, como
aquel de Lennon. Fue en el homenaje a Freddie Mercury,
cuya imagen de un famoso recital en Wembley en 1986 apareció en cuatro
paneles ubicados en el escenario y en las otras cinco pantallas
gigantes. Eso le abrió paso a los integrantes de Queen Brian May y Roger
Taylor para hacer Brighton Rock, junto a la increíble voz de Jessie J,
en un final a puro fuego de artificio.
Pero faltaba más. Le tocaba el turno a Brasil,
el próximo país que albergará a los Juegos Olímpicos, en 2016 y en la
ciudad famosa por su carnaval: Río de Janeiro. Incluyó no sólo samba y
capoeira sino también al astro del fútbol brasileño, Pelé, quien
descubrió su figura debajo de un sobretodo y, en su salida, fue
ovacionado pese a que ya estaba todo listo para que Sebastian Coe, jefe
del Comité Organizador de los Juegos, y Jacques Rogge, presidente del
Comité Olímpico Internacional, hicieran sus discursos.
Era el tiempo del adiós a esta Londres olímpica. En un acto espectacular, llamado “El Espíritu de la Llama”, un Ave Fénix de 20 metros
realizada con tubos de neón naranjas apareció por detrás del pebetero
y, mientras Take That cantaba “Rule the World”, The Royal Ballet y sus
más de 200 bailarines realizaban una coreografía ideada por David
Arnold. Entonces, el pebetero con sus 205 pétalos comenzó a bajar hasta
extinguirse a las 23.59 (19.59 de Argentina) y la acción volvió a
trasladarse hacia el otro escenario, donde la banda The Who cerró una
fiesta musicalmente memorable y con un despliegue de esos que se
recuerdan para siempre.
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